Hace un mes, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aseguró que la oposición es inútil, que no tienen propuestas y que no son más que un simple estorbo para su gobierno. Desafortunadamente, tiene razón.
Desde el inicio de la actual presidencia, los tres principales partidos políticos que conforman la oposición han sido un freno mediocre frente a las ambiciones de López Obrador. Eso por si solo es ya un logro; sin embargo, en política nadie gana siendo tan solo reactivo. López Obrador y su partido (MORENA) han decretado muchas leyes, mientras tanto la oposición parece que se regula por el dicho “Lo hecho, hecho está”.
México no necesita una oposición, lo que necesita es una alternativa. Hoy en día en la arena política no hay una sola persona —mucho menos dentro de los partidos políticos— que encarne eso.
Tales partidos han dado declaraciones, firmado documentos, y subido videos argumentando que las políticas públicas de López Obrador son dañinas y antidemocráticas. No obstante, es casi imposible encontrar en esas declaraciones, documentos y videos alguna propuesta concreta de qué hacer en lugar de lo que el gobierno ha hecho. No solo debe resistirse, sino también empujar.
Si la presidencia presenta una iniciativa de ley que permita al gobierno controlar el sector energético, entonces la oposición llorará al respecto e intentará detenerla. Una alternativa, en cambio, aprovecharía que el tema ya está sobre la mesa e introduciría otra iniciativa para liberalizar aún más el sector. Las ideas se combaten con ideas, no con lágrimas. No veo ningún movimiento creciendo en México que tenga ideas que dan resultados para contrarrestar la ideología estatista predominante en el país.
El principal problema con la oposición es que, en mi opinión, comparten en cierta medida la ideología del Presidente. Por tal motivo, es que solo se oponen, mas no proponen una ruta alternativa. A la oposición no le gusta quien está manejando el carruaje, pero gustan del carruaje y del hecho de manejarlo. Lamentablemente, existe entre el gobierno y la oposición una diferencia de grado, mas no de rumbo.
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