La historia de cómo mi lema llego a mí es bastante sencilla. Mi amigo Wayne me preguntó al respecto mientras estábamos en un hiking con un grupo de amigos. Me di cuenta de que era “¡Sonríe!” Ya venía usándolo de manera implícita, fue solo que lo hice explícito en ese momento. ¡Gracias Wayne!
Las razones por las que se convirtió en mi lema, en cambio, no son tan sencillas de articular, así que intentaré hacerlo en seis puntos.
1- Incluso cuando la vida puede ser difícil y dura existen motivos para estar agradecido y contento.
2- El sonreír tiene un efecto curioso en uno mismo y en los demás. Se proyecta algo escaso y poco disponible. Además, es una forma de mejorar el día a día. Al sonreír el cerebro cree que estás alegre, en consecuencia, en un rato verdaderamente estarás alegre. Es una acción con la que das algo valioso a los demás y con la que te quedas con beneficios.
3- Siempre habrá algún ser querido que necesitará fuerza a través de una sonrisa.
4- En el pasado, yo no sonreía. Mi cara era fría y seria. Ahora solo estoy recuperando el tiempo y oportunidades perdidas de hacerlo.
5- Una sonrisa le dice a los demás que te gusta su presencia.
6- Quiero ser recordado como una persona sonriente.
Como Dale Carnegie y Lawrence Lovasik escribieron: “Nadie necesita tanto una sonrisa como aquel que ya no tiene una que dar.”
¡Sonríe!
Daniel Pedrero 
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